lunes, 23 de junio de 2014

Agradecimiento

Agradecemos a María Ángeles y a Javier el que hayan hecho posible el taller de fotografía en la AECC de Murcia porque allí asistimos a las clases donde hemos aprendido a sonreír ante una cámara y a fotografiar nuestras propias vivencias. Con nuestro profesor hemos visitado exposiciones de fotografía y pintura, donde hemos aprendido de grandes maestros, al igual que de los magníficos profesionales que han pasado por nuestro taller enseñándonos sus trabajos y hablándonos de sus proyectos.
Que todos ellos sigan brillando con la luz de su generosidad.

Carmen Bernabé


Estrellas en el mar
Fotografía de Carmen Bernabé. 1/5/2014

AROMA


En lo profundo de mí
¿Qué hay? ¿Qué soy?
¿A qué huele mi alma?
¿Es el aroma de la quietud de la poza en un día de calor?

Fotografía de Juana García
Río Argul en Argul, Asturias. 04/08/2011




¿Es el olor de la piedra en la orilla del río?

Fotografía de Juana García
Reguero de la fuente, afluente del río Agüeira en  Pesoz, Asturias. 03/08/2011




¿Es el aroma de la caña cortada en la rivera? ¿O el de los brillos del agua?

Fotografía de Juana García
Río Segura en Ojós, Murcia. 23/04/2014



¿Cuál es el olor de los brotes de la vida?

Fotografía de Juana García
Río Segura en Ojós, Murcia. 23/04/2014

Secuencia fotográfica y textos de Juana García

domingo, 20 de abril de 2014

Libros recomendados

El laboratorio del alma 












Stella Maris Maruso es una terapeuta argentina dedicada hace más de treinta años a ayudar a personas que sufren enfermedades severas o crisis profundas mediante la utilización de distintas técnicas.

Actualmente desarrolla su actividad en la Fundación Salud, una institución dedicada a la Medicina Biopsicosocial, donde se trabaja con un enfoque interdisciplinario y que tiene como objetivo el promover los recursos internos del paciente, haciéndole partícipe de la estrecha relación que existe entre cuerpo y mente, relación que se refleja en su salud. Citando con sus propias palabras: “Se ha demostrado que existe una conexión entre la mente y el cuerpo, y la psiconeuroendocrinoinmunología nos proporciona ahora algunas respuestas, ayudándonos a entender mejor cómo se transforman las emociones en sustancias químicas, moléculas de información que influyen en el sistema inmunitario y en otros mecanismos de curación del cuerpo. 

El libro describe varios casos de personas que han pasado por la Fundación Salud, uno de ellos es el de Christian, aquejado de una enfermedad degenerativa similar a la esclerosis múltiple. Comenzó asistiendo en la fundación a los seminarios de Inteligencia Emocional, expandiendo su sensibilidad a través de la meditación y las prácticas espirituales. La evolución de su enfermedad le llevó a un punto en el que  tuvo que aceptar la realidad de su estado físico, un momento muy duro, pero que fue el principio de una verdadera transformación.  Como otros pacientes excepcionales de Maruso, será el mismo Christian quien cuente con sus propias palabras su aprendizaje.

(Lo que sigue es cita literal de El laboratorio del alma)

Lo aprendido
En la Fundación Salud aprendí muchísimas cosas que mi formación académica (Colegio Nacional de Buenos Aires, Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires) no había contemplado; algo incomprensible, por ser cosas tan fundamentales como respirar.
Lo aprendido es como un diamante invisible, algo que siempre había estado allí pero que nunca había visto ni supe aprovechar. Es una manera distinta de percibir, otra forma de SENTIR (sí, así, con mayúsculas), pasando por una elaboración diferente del pensar, y llevándome a un comportamiento que tiempo atrás me habría parecido totalmente imposible.
Recibimos información a través de los sentidos, las emociones y la mente, pero luego es cuando se produce el milagro: la manera en que todo eso se elabora, finalmente sale fuera de nosotros y provoca cambios en nuestro mundo.
Stella Maris siempre decía que ella sólo daba herramientas, y que dependía de cada uno usarlas o dejarlas en la caja, esperando ser necesitadas. Yo recibí estas herramientas y, sin saber cómo ni por qué, las lecciones salieron de mí no como un proceso mental, sino como un acto reflejo, sin pensar. Si tuviera que enumerarlas, simplemente no sabría por dónde empezar ni por dónde terminar. Todas y cada una de ellas se relacionan con las demás; como si fueran una red de neuronas, actúan en conjunto. Intentaré mencionar las que acudan en este momento a mi mente, seguramente no como fueron enseñadas, sino como fueron asimiladas y luego aplicadas en mi propia vida.

Abrir el corazón: vivir con el corazón cerrado (o lo bastante cerrado) es como poseer visión y negarse a usarla. Hay un mundo entero para ser explorado a través de las emociones, pero la vorágine de la sociedad actual dificulta esa apertura. Cuando abrí mi corazón, me encontré con otra forma nueva de conectarme con la gente. Antes era un ciego sin ceguera.

No tengo problemas: yo soy el problema; las situaciones que nos rodean son la interpretación que hacemos de ellas. Los prejuicios y los miedos son armas de destrucción de una vida feliz. Es como el vaso a medias: ¿mitad lleno o mitad vacío?, o acaso ¿incompleto? Son todas percepciones; no hay que dejar que nos limiten.
Aceptación: si acepto lo que ocurre, puedo dejar de preocuparme o lamentarme, y centrarme en la realidad. Si hay un problema, debo poner toda mi capacidad en resolverlo, y si no tiene solución, al aceptarlo puedo ocuparme de otras cosas que requieran mi atención. «Fortaleza para cambiar lo que puedo cambiar, aceptación para aquello que no pueda cambiar, conciencia para discernir entre ambas cosas».

Perdonar: descubrí que en la vida vamos acumulando distintos rencores y odios, que van creando un enorme peso sobre nuestras espaldas. Aprendí a comprender al otro como una persona que actuó como pudo o supo; muchas veces para defenderse de lo que consideró un agravio de mi parte. Perdonar es una necesidad que nos aligera, que nos convierte en dioses para devolvemos nuestra humanidad.

Soltar el pasado: tras el perdón a los otros, resultó necesario perdonarme a mí mismo; por lo que hice de malo, o lo que no hice. Yo fui como el otro: hice lo que supe y pude. Con esa conciencia, los temores del pasado ya no ensombrecen mi vida. El pasado hizo la persona que soy, y mis acciones de hoy son las que crean mi presente.

Agradecer: cuando realmente somos conscientes de todo lo que tenemos, vemos la enorme cantidad de cosas por las cuales dar gracias o estar felices por contar con ellas.

Desapego: vivimos atados a preconceptos, a las cosas materiales, a las personas. Eso nos hace sufrir enormemente cuando perdemos algo que considerábamos «muy nuestro». El peor de los casos es cuando alguien «se nos muere». Creo que cierto nivel de apego es justo y necesario, pero a la vez, debemos saber que no somos las otras personas, ni las cosas. Mucho se pierde por el camino, pero si seguimos marchando hay mucho más para encontrar.

No aferrarse a resultados: si las cosas salen mal y por tanto me siento peor, creo un círculo vicioso sin salida. Si logro poner lo mejor de mí, debo «reconocerme a mí mismo por ello», sin importar cómo salgan las cosas.

Vivir el aquí y el ahora: carpe diem, la cosecha del día. Si logramos sentir nuestro día como una oportunidad única de vivirlo, hemos hallado el camino de la felicidad. Mientras alguien muere, alguien nace. No podemos eludir la experiencia de sentir esa pérdida ni de festejar esa bienvenida. Si he aceptado y perdonado, puedo estar atento a mi vida hoy. Si estoy atento y llevo abierto mi corazón, seguro que hoy encontraré algo interesante. Si agradezco esto de hoy y actúo sin aferrarme a los resultados, estaré desapegado y tendré un mañana sorprendente.

Fortaleza: en relación con mi enfermedad, no es poca la gente que, sin conocerme, me dice: «Hay que ser fuerte» o, como mi propia madre: «Hay que poner todo en manos del Señor y tener esperanzas.» Yo sonrío y se lo agradezco de corazón. Fuerte (y testarudo) ya era antes, pero nada de eso me sirvió para enfrentar la enfermedad. La esperanza tampoco me fue útil, porque tuve paciencia y esperanza, pero el que espera llega a desesperar. Como siempre, cada uno tiene su camino, lo importante es que le sea útil. En mi caso, la fortaleza fue dejar de luchar contra la enfermedad y dedicarme a vivir una vida diferente, con capacidades diferentes, sí, pero llena de posibilidades.

CHRISTIAN

Stella Maris Maruso. El laboratorio del alma. Ed. Vergara, Barcelona 2011

miércoles, 12 de febrero de 2014

Lo que quiero ahora

Fotografía de Daisy Rosas
31/01/2014

Lo que quiero ahora

Ángeles Caso

Será porque tres de mis más queridos amigos se han enfrentado inesperadamente estas Navidades a enfermedades gravísimas. O porque, por suerte para mí, mi compañero es un hombre que no posee nada material pero tiene el corazón y la cabeza más sanos que he conocido y cada día aprendo de él algo valioso. O tal vez porque, a estas alturas de mi existencia, he vivido ya las suficientes horas buenas y horas malas como para empezar a colocar las cosas en su sitio. Será, quizá, porque algún bendito ángel de la sabiduría ha pasado por aquí cerca y ha dejado llegar una bocanada de su aliento hasta mí. El caso es que tengo la sensación –al menos la sensación– de que empiezo a entender un poco de qué va esto llamado vida.
Casi nada de lo que creemos que es importante me lo parece. Ni el éxito, ni el poder, ni el dinero, más allá de lo imprescindible para vivir con dignidad. Paso de las coronas de laureles y de los halagos sucios. Igual que paso del fango de la envidia, de la maledicencia y el juicio ajeno. Aparto a los quejumbrosos y malhumorados, a los egoístas y ambiciosos que aspiran a reposar en tumbas llenas de honores y cuentas bancarias, sobre las que nadie derramará una sola lágrima en la que quepa una partícula minúscula de pena verdadera. Detesto los coches de lujo que ensucian el mundo, los abrigos de pieles arrancadas de un cuerpo tibio y palpitante, las joyas fabricadas sobre las penalidades de hombres esclavos que padecen en las minas de esmeraldas y de oro a cambio de un pedazo de pan.
Rechazo el cinismo de una sociedad que sólo piensa en su propio bienestar y se desentiende del malestar de los otros, a base del cual construye su derroche. Y a los malditos indiferentes que nunca se meten en líos. Señalo con el dedo a los hipócritas que depositan una moneda en las huchas de las misiones pero no comparten la mesa con un inmigrante. A los que te aplauden cuando eres reina y te abandonan cuando te salen pústulas. A los que creen que sólo es importante tener y exhibir en lugar de sentir, pensar y ser.
Y ahora, ahora, en este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.
También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una mujer amargada, pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí. Sólo quiero eso. Casi nada. O todo.

Publicado en La Vanguardia.com - Magazine | 19/01/2012

lunes, 3 de febrero de 2014

El árbol de la vida


Fotografía de Mª José Pérez Alcaraz
El árbol de la vida
  

"Para cambiar tu vida por fuera debes cambiar tú por dentro. En el momento en que te dispones a cambiar, es asombroso cómo el universo empieza a ayudarte, y te trae lo que necesitas".
Louise L. Hay

miércoles, 22 de enero de 2014

Desde los afectos

Poema de Mario Benedetti


Fotografía de Isabel Teresa Beltrán
Patagonia, frontera entre Argentina y Chile
De camino al Parque Nacional de Las Torres del Paine, 22/11/2007
Desde los afectos
.
¿Cómo hacerte saber que siempre hay tiempo?
Que uno tiene que buscarlo y dárselo…
Que nadie establece normas, salvo la vida…
Que la vida sin ciertas normas pierde formas…
Que la forma no se pierde con abrirnos…
Que abrirnos no es amar indiscriminadamente…
Que no está prohibido amar…
Que también se puede odiar…
Que la agresión porque sí, hiere mucho…
Que las heridas se cierran…
Que las puertas no deben cerrarse…
Que la mayor puerta es el afecto…
Que los afectos, nos definen…
Que definirse no es remar contra la corriente…
Que no cuanto más fuerte se hace el trazo, más se dibuja…
Que negar palabras, es abrir distancias…
Que encontrarse es muy hermoso…
Que el sexo forma parte de lo hermoso de la vida…
Que la vida parte del sexo…
Que el por qué de los niños, tiene su por qué…
Que querer saber de alguien, no es sólo curiosidad…
Que saber todo de todos, es curiosidad malsana…
Que nunca está de más agradecer…
Que autodeterminación no es hacer las cosas solo…
Que nadie quiere estar solo…
Que para no estar solo hay que dar…
Que para dar, debemos recibir antes…
Que para que nos den también hay que saber pedir…
Que saber pedir no es regalarse…
Que regalarse en definitiva no es quererse…
Que para que nos quieran debemos demostrar qué somos…
Que para que alguien sea, hay que ayudarlo…
Que ayudar es poder alentar y apoyar…
Que adular no es apoyar…
Que adular es tan pernicioso como dar vuelta la cara…
Que las cosas cara a cara son honestas…
Que nadie es honesto porque no robe…
Que cuando no hay placer en las cosas no se está viviendo…
Que para sentir la vida hay que olvidarse que existe la muerte…
Que se puede estar muerto en vida..
Que se siente con el cuerpo y la mente…
Que con los oídos se escucha…
Que cuesta ser sensible y no herirse…
Que herirse no es desangrarse…
Que para no ser heridos levantamos muros…
Que sería mejor construir puentes…
Que sobre ellos se van a la otra orilla y nadie vuelve…
Que volver no implica retroceder…
Que retroceder también puede ser avanzar…
Que no por mucho avanzar se amanece más cerca del sol…

¿Cómo hacerte saber que nadie establece normas, salvo la vida?
Mario Benedetti

Alcanza tu sueño

Poema de Mahatma Gandhi


Fotografía de Isabel Teresa Beltrán
Rosal
Alcanza tu sueño

Sé firme en tus actitudes y perseverante en tu ideal.
Pero sé paciente, no pretendiendo
que todo te llegue de inmediato.
Haz tiempo para todo, y todo lo que es tuyo,
vendrá a tus manos en el momento oportuno.
Aprende a esperar el momento exacto
para recibir los beneficios que reclamas.

Espera con paciencia a que maduren los frutos
para poder apreciar debidamente su dulzura.
No seas esclavo del pasado
y los recuerdos tristes.

No revuelvas una herida que está cicatrizada.
No rememores dolores y sufrimientos antiguos.
¡Lo que pasó, pasó!
De ahora en adelante procura construir
una vida nueva, dirigida hacia lo alto
y camina hacia delante, sin mirar hacia atrás.

Haz como el sol que nace cada día,
sin acordarse de la noche que pasó.
Sólo contempla la meta
y no veas que tan difícil es alcanzarla.
No te detengas en lo malo que has hecho;
camina en lo bueno que puedes hacer.

No te culpes por lo que hiciste,
más bien decídete a cambiar.
No trates que otros cambien;
sé tú el responsable de tu propia vida y trata de cambiar tú.
Deja que el amor te toque
y no te defiendas de él.

Vive cada día, aprovecha el pasado para bien
y deja que el futuro llegue a su tiempo.
No sufras por lo que viene, recuerda que
“cada día tiene su propio afán”.

Busca a alguien con quien compartir tus luchas
hacia la libertad; una persona que te entienda,
te apoye y te acompañe en ella.
Si tu felicidad y tu vida dependen de otra persona,
despréndete de ella y ámala,
sin pedirle nada a cambio.

Aprende a mirarte con amor y respeto,
piensa en ti como en algo precioso.
Desparrama en todas partes
la alegría que hay dentro de ti.

Que tu alegría sea contagiosa y viva para expulsar
la tristeza de todos los que te rodean.
La alegría es un rayo de luz que debe permanecer siempre encendido,
iluminando todos nuestros actos y sirviendo de guía
a todos los que se acercan a nosotros.

Si en tu interior hay luz y dejas abiertas
las ventanas de tu alma, por medio de la alegría,
todos los que pasan por la calle en tinieblas,
serán iluminados por tu luz.

Trabajo es sinónimo de nobleza.
No desprecies el trabajo
que te toca realizar en la vida.
El trabajo ennoblece a aquellos
que lo realizan con entusiasmo y amor.
No existen trabajos humildes.
Sólo se distinguen por ser bien o mal realizados.
Da valor a tu trabajo, cumpliéndolo con amor y cariño
y así te valorarás a ti mismo.

Dios nos ha creado para realizar un sueño.
Vivamos por él, intentemos alcanzarlo.
Pongamos la vida en ello y si nos damos cuenta que no podemos,
quizás entonces necesitemos hacer
un alto en el camino y experimentar
un cambio radical en nuestras vidas.
Así, con otro aspecto, con otras posibilidades
y con la gracia de Dios, lo haremos.

No te des por vencido, piensa que si Dios
te ha dado la vida, es porque sabe que tú puedes con ella.
El éxito en la vida no se mide
por lo que has logrado,
sino por los obstáculos que has tenido
que enfrentar en el camino.

Tú y sólo tú escoges la manera
en que vas a afectar el corazón de otros
y esas decisiones son de lo que se trata la vida.
“Que este día sea el mejor de tu vida"

Siempre es hoy, el eterno presente

Mahatma Gandhi